Cierro los ojos y recuerdo,
la esperanzadora bahía,
que en un tiempo suspira
en las agotables olas
de una silenciosa orilla.
Constantes silencios
que amanecen de día,
y entre tanta sonrisa
mi desvelo florece,
entre rotas rocas de mares;
de surgidos momentos,
de poder volver a ver
la melodía de la lluvia
en el que se escucha el grito del universo.