domingo, 17 de enero de 2010

SERGIO AGUIRRE, EL MISTERIO VIENE DEL SUR






“La libertad de imaginar, sugiere Joseph Conrad, debiera ser la libertad más preciada del novelista”, sentencia confirmada al dialogar con Sergio Aguirre (Argentina, 1961), novelista emblemático del Grupo Editorial Norma en el segmento de suspenso con títulos como El misterio de Crantock, Los vecinos mueren en las novelas y La venganza de la vaca.

Amable, dado al diálogo y melómano confeso —durante minutos intercambiamos opiniones sobre música minimalista y narró un par de conciertos de Robert Fripp en Córdoba a los cuales asistió— Aguirre visitó Caracas en noviembre 2005 para promocionar sus novelas ante estudiantes de secundaria. Se define como “un narrador de novelas de misterio, terror, policiales, me gusta cruzar los géneros. Yo le escribo al lector que fui, escribo pensando en lo que me habría gustado leer”. El novelista, que también es psicólogo y cultor de la eficacia narrativa, no duda en sentenciar que a las novelas de Stephen King “siempre le sobran 200 páginas” mientras que a JK Rowling, autora de la saga de Harry Potter, hay que agradecerle el “introducir la idea en millones de chicos de todo el mundo de que el libro no es un objeto tedioso. Esa mujer sigue una tradición y demuestra que el género está vivo, evoco a la gente que esperaba a los barcos que traían la última entrega de Charles Dickens, así están los niños en pleno 2005, aguardando afuera de las librerías por el último libro de Potter”.

Misterio y terror



A los 12 años Aguirre inició la exploración del género de misterio, “el autor que me quemó la cabeza fue Edgar Allan Poe”, afirma. La obra de Robert Louis Stevenson, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, es su novela modelo: “escritura exquisita, tiene musiquita, la hipótesis fantástica es fabulosa al igual que la estructura con distintas voces. Esa novela es la piedra fundamental, la que define lo que me gusta del género”. Aguirre también es admirador de la prosa de Patricia Highsmith, Raymond Carver, Arthur Machen, entre otros.

¿Podrías hablar sobre cómo atrapar a los jóvenes a través de la literatura de misterio?



En realidad, la conexión no fue intencional. La única marca como literatura juvenil de mi primera novela es que los personajes eran adolescentes. Yo me considero un narrador de novelas de misterio, terror, policiales, me gusta cruzar los géneros y creo que el atractivo para el público juvenil, para el lector juvenil que fui yo, es que le interesa la tensión que propone el género en la literatura.

Pero estás de gira para trabajar con estudiantes de secundaria, ¿cómo te sientes con esa alianza tan cercana con tus lectores y esa admiración, que incluso los ha llevado a participar en concursos escribiendo sobre tus novelas?



Aún no he tomado conciencia, me conmueve esa actitud en los jóvenes, me gusta ser partícipe de cierta emoción por leer una historia, que me pregunten, en su registro, sobre la novela. No me canso de hablar con los chicos. Yo nunca me caractericé por tener mucho contacto con adolescentes, incluso cuando yo era chico me juntaba con gente mayor. La lectura que hacen de mis libros es la que yo espero, incluso cuando se enojan con los finales, pues siempre planteo una participación del lector. Me gusta lo que no escribo, lo que no muestro y eso me recuerda una anécdota de Gustave Flaubert, a quien su editor le propuso una segunda edición ilustrada de Madame Bovary y Flaubert le preguntó si estaba loco, con lo que le había costado ocultar cosas (risas).

¿Puedes especificar aún más la conexión entre suspenso y adolescentes?



Viene por el lado de la tensión. Me interesan los jóvenes lectores porque activan mi preocupación por la eficacia narrativa, por el argumento, por la tensión y por el suspenso... No me distrae ninguna preocupación que se aparte de la construcción de la historia. Te lo digo, y no sé si sea políticamente correcto, escribo pensando en gente que no le gusta leer.

Hay que agregar que el lector joven no te lee juzgando si sos un buen o mal escritor, pero te exige que le cuentes una historia que lo atrape y sorprenda. No hay otra diferencia porque el adolescente ve las mismas películas de misterio y terror que ven los adultos, no hay que suavizar nada.





¿Quién escribe en clave de misterio es esclavo del género?



Cuando escribes no tienes que pensar en el género, si lo haces sería un ruido. Aunque los límites sí tienen que estar, ya que de alguna manera organizan, si no hay límites uno no tiene algo que transgredir. Los géneros crecen cuando se transgreden. Por eso el género gótico no puede ser marcadamente realista, tiene que ir moviéndose en ciertos bordes. Por ejemplo, el sexo, en la novela de enigma molesta, pero es ineludible en la novela negra.

¿Qué tal la recepción de tus novelas ante la crítica argentina?



Han tenido muy buena crítica dentro de este segmento, me encuentro con que tengo un nombre dentro del paisaje de la literatura juvenil, que es considerada menor.

El Misterio de Crantock



En esta obra el autor de misterio nos invita a visitar un apacible y confortable pueblito del sur fundado en 1928 por escoceses, que esconde algo terrible en su seno, todo el mundo lo sabe, pero pocos lo enfrentan... Hasta el final, cuando el ritmo de la obra se desboca y nos enfrenta a una suerte de oscura ironía que cifra el destino de todos los "crantocknianos", “era natural que cada pueblo tuviese su característica distintiva y su propia tradición. Había conocido poblaciones que se distinguían por alguna belleza natural, o por un alimento, un animal, incluso. Crantock tenía su propia marca: lo extraño”.

Indica el autor que “todas mis novelas cuentan muchas historias. La venganza de la vaca presenta a un grupo de adolescentes que se juntan en la sierra para contarse historias, que tienen que ver con vacas o metamorfosis de personas en vacas. Mientras que Los vecinos mueren en las novelas es un homenaje al policial inglés, con los protagonistas viviendo aislados en la campiña inglesa, allí recojo la tradición de Agatha Christie. Es como una historia de cajas chicas”. No debe obviarse que Aguirre es un maestro en finales espeluznantes y honestos, de esos que podrían haberse descubierto haciendo una minuciosa lectura del texto, en "Los vecinos..." el protagonista es víctima de su propio juego y somos llevados hasta la última ventana junto al Sr. Bland...

Al leer “El misterio de Crantock” uno descubre pequeños giros de humor, de leve ironía en medio del misterio..., por ejemplo, Víctor (“El ciego”) “demostraba una singular lucidez para interpretar la ley, especialmente aquellos pasajes donde se tornaba oscura para los demás”



“El misterio de Crantock” tiene más humor que las anteriores... En realidad tiene algunas cosas levemente paródicas, me parece que cuando uno aborda una novela con marcas fuertes de ciertos géneros, hoy por hoy es casi inevitable tener que hacer parodia sobre eso. Los noventa han sido así, un pastiche, y eso me parece muy saludable.

Mis personajes en esta novela y en la anterior son de inspiración literaria, no son realistas, los rasgos de cada uno van a condicionar su lectura de lo que pasa, uso un tono de prosa levemente artificioso. No es el realismo que propone la novela negra donde todo es raso.

¿Qué consejos le darías a un joven que siente deseos de empezar a escribir?



Tomar una idea y escribirla. También debe leer, no para aprender en un sentido académico como se escribe, sino para calentar la cabeza. Leer lo que a uno le gusta, y sino te agrada, como decía Borges, pasar a otra cosa. Hay una frase muy apropiada de Borges sobre el tema, está en el prólogo de su Biblioteca Personal que es de una lucidez absoluta, “un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica”.

Comenta Sergio Aguirre



* "El Castillo de Crantock lo escribí escuchando sin parar The Hours”(Las horas) de Philip Glass".



* “ Patricia Highsmith es deliciosa, escribe novelas muy psicológicas y el “Diario de Edith” es fundamental".



* “Me siento muy cómodo con la novela, siento que es mi género. Ahora no me animaría a escribir un cuento, es muy complicado técnicamente.”



* Tengo dos o tres historias en mente para escribir, pero es un tema muy difícil, me gustan los clásicos, una novela que se llame La casa encantada, aunque ahora quiero escribir sobre brujería.





Salvado por Viscott



Sergio Aguirre (Córdoba, 1961), se confiesa escritor desde los 12 años de edad, pasión que lo habría “condenado” a una vida de profesor de literatura, sino se hubiese tropezado con el best seller del norteamericano David Viscott , Intimidades de un psiquiatra, “me identifiqué con el personaje me gustó la profesión, que era sentarse y escuchar historias extrañas, ayudar a la gente, curar... Estudié psicología, luego me interesé por el psicoanálisis, por Lacan...”

Ingresó al Hospital Psiquiátrico de Córdoba y dictó talleres para pacientes y gente de la comunidad. La crisis argentina de 1995 lo dejó sin trabajo, a pesar de haber ganado dos concursos para el cargo de psicólogo. Mas el azar que lo acompaña lo enfrentó a un cartel: “Concursos”, mientras caminaba por el centro. Tocó esa puerta pensando en su profesión y se tropezó con una convocatoria para escribir un cuento sobre el veinteavo aniversario de la dictadura... Creó un relato titulado Los Perros, a su juicio “bastante rústico”, con el cual se llevo el primer premio; luego ganó otro concurso literario nacional y, finalmente, participó en uno latinoamericano, que conquistó con La venganza de la vaca...Desde entonces, el autor pasa sus días entre el campo y la ciudad, escribiendo, dictando un taller de narrativa y escribiendo una columna sobre música clásica.

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