Las pisadas ausentes y presentes
se enojan entre la cristalera sombra inerte
que sueña entre tormentos de un pasado que recuerda,
un alma en pena que transpasa el tiempo eterno
y suaviza la conquista del etéreo cielo
que con el terciopelo de una nube
se acerca la paz
a la intensidad que siempre
esta más allá de la luz de la bondad
que se refugia entre la infinidad eterna
de un celeste paraíso que esta perplejo,
entre el reflejo de un mar
y la transparencia de una gota de agua
que agota la sequedad del mal.
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