Atravesando el cielo de tus ojos,
la sed de mi alma
me dice que es antojo;
el deseo del mar de tu mirada
que es flor aterciopelada,
universo con poesía,
eternas estrellas que iluminan mi alegría.
Esculpidos sentimientos
se quedan en la sedienta calma
que con tu intensa y bella voz,
me elevan hacía tus intrépidas pupilas,
las que agitan mis destinados sueños
que permanecen día a día,
en el despertar del alba
y en la nube de la intensa agonía.
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