Soria me abrió la Puerta del Postigo
que llega a su Sagrado Corazón
y una voz susurró: "Mira, Mirón,
aquí eres bienvenido como amigo."
Invocar puedo al Cielo por testigo
que aquella voz hablaba con razón,
la evoco y siento la misma emoción:
un tesoro que siempre irá conmigo
del Templo de San Juan de Rabanera
al Olmo y la Señora del Espino,
de los chopos del Duero en la ribera
y el Castillo de empinado camino
se hace luz la verdad resplandeciente:
Soria es bella... ¡bella como su gente!
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